miércoles, 17 de agosto de 2011

EL RETORNO DE LOS MUERTOS

-ANO. Agua de Dios. En horas de la mañana el autobús ronroneó por todo el pueblo y se estacionó frente al cementerio. Entonces bajaron. Eran unos treinta muertos que escaparon durante los últimos dos años. ANO, o mejor decir, un corresponsal de la agencia, acompañó a los cadáveres en el viaje de retorno a sus tumbas que comenzó en Bogotá, ciudad en donde los muertos solían caminar cansados y sin rumbo. Uno de ellos, José Francisco, se dedicó a tocar el acordeón en la esquina donde se encuentran la carrera décima y la calle diecinueve; se sospechó de su carácter inmortal cuando lo atropelló un camión y él salió de debajo de las llantas, desorientado, como si se despertara de una siesta pesada. Después de varios interrogatorios se concluyó que era un muerto, así que técnicamente es un inmortal porque  los muertos no vuelven a morirse salvo cuando se enamoran; “y yo sí que ando enamorado”, le dijo José Francisco a ANO, mientras miraba a través de la ventana, poco antes de bajarse del autobús en el cementerio y tirarse en la fosa de la que salió un par de años atrás.  

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