martes, 30 de agosto de 2011

EL PODER Y LA GLORIA


-ANO. Topaipí. Alguna vez estuvo con ella caminando por la plaza y miró al cielo y sintió que la luz del sol basculaba para entibiar su dicha. Esa misma vez le prometió a ella que jamás la olvidaría en el frente de batalla. ¿De cuál batalla?, le preguntó ella; de la que tengo contra el maligno y sus secuaces en la tierra. Y ella se sonrió y acercó su vientre al de él, que por aquél entonces, era firme, trémulo, anhelante. Se alistó en las filas de los ángeles y luchó todas las mañanas de su vida, sin saber que su principal enemigo lo aguardaba en casa con un plato de comida y un par de hijos. El sólo se dio cuenta de su enemiga al verla muerta en el cajón fúnebre; lloró como las furcias lo hicieron ante el sepulcro de Jesús. Ese fue el golpe final que lo envileció. Amó a su rival, a esa que lo aplastó con una tristeza que lo avergüenza y aún lo conmina a pedir, con la cabeza gacha, su mensualidad de la jubilación, como si aún tuviera algo por lo cual vivir, como si la lucha continuara vigente en su escuálida memoria.

2 comentarios:

  1. Soy Ano y también onimus. Soy la parodia de una temblante y anhelante enana roja. Soy el sicario de las palabras mal dichas y de las trovas menos cojas.Tengo un doctorado en coprología y adhesión molecular de las heces, por la universidad de Anopolis. Una furcia es una artista con gorro de ratero. Un hombre elegante es el compone estos hilarantes pastiches para los ancianitos marginales.

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  2. hermosa forma...esteticament..la historia muy cruel.

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