viernes, 30 de septiembre de 2011

SOY LA SOMBRA, MI AMOR


Ubchev caminando mientras sonríe
-ANO. Tashkent. Un día el don le la palabra no precisó de sonidos y el amor fue zoonótico como la peste negra. Entonces  Hadzi Ubchev se encerró con el cocodrilo que capturó en el Nilo y se fundieron en besos y abrazos. “Cuando me vaya, tu mundo será una sombra, mi amor”, le sentenció el reptil a su amante entre los apapachos que se inferían de su pasión. Una mañana como cualquier otra, el cocodrilo dejó de respirar. Ubchev, para gracia suya, no pudo ver el cadáver de su novio tirado en un basurero. En medio de la noche de sus ojos, el abandonado retiene los gestos de tímida alondra que salían de la facie del cocodrilo cuando él le propinaba besos esquimales. “Todo es para siempre”, sentencia el ciego y sonríe.  

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