lunes, 3 de octubre de 2011

EL PERSEGUIDOR DE KHADAFI

Dino, ¿Encontrarás a tu Khadafi?


-ANO. Sirte. Los hermanos se han levantado contra sus hermanos. Es la  hora  en que la carraca de burro caiga sobre la cabeza de Abel y que Caín huya hacia el fuego y perezca rostizado en la reproducción perenne. Es hora de volver a casa, como el dromedario Dino, una de las últimas mascotas de Khadafi, quiere retornar al corazón y las caricias del viejo dictador. El depuesto gobernante lo tuvo que abandonar tras su huida de Trípoli; ni siquiera tuvo tiempo de darle un último apapacho de despedida. Dino, entre los repiqueteos furiosos de las armas y  bajo el cielo preñado de bombarderos europeos, emprendió su viaje hasta Sirte, la ciudad donde nació Khadafi y donde, seguramente, habrán de perecer ambos. El dromedario ha hablado con las escasas hierbas del desierto, con los tanques de guerra que se detienen en las zonas de avituallamiento, con la arena que  ha sido la mensajera de los soplos divinos desde inmemoriales tiempos. Nadie le ha dado razón a Dino de su primer y único amor; lo encontrará tirado en el suelo, calcinado, y tendrá tiempo para colocar su hocico en la mano triturada del hombre asesinado. No serán muchos segundos porque los rebeldes tomarán el cadáver de Khadafi como la muestra fehaciente de la victoria. Algún fotógrafo extranjero tomará el instante preciso del triunfo. Dino será asesinado y convertido en banquete de celebración. Aunque el dromedario, en sus caminatas, suele tener arranques de esperanza en los que su amor tiene  un arca con la que cruzarán el océano hasta llegar a las costas de Suramérica  y comenzarán, de nuevo,  la vida para volver a morir de a poco.   

1 comentario:

  1. con la arena que ha sido la mensajera de los soplos divinos desde inmemoriales tiempos.
    hermosa frase...loco amor...

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